Neutralidad en la mediación: importancia y beneficios

En el mundo de la resolución de conflictos la neutralidad supone un principio fundamental. A lo largo de este artículo exploraremos qué significa realmente la neutralidad en la mediación, cómo se diferencia de la imparcialidad, y por qué es tan importante en la resolución efectiva de disputas.

Además, analizaremos los beneficios que este principio aporta a todas las partes involucradas en el proceso de mediación.

¿Qué es la neutralidad en la mediación?

La neutralidad en la mediación es un principio imprescindible para guiar este proceso de resolución de conflictos. Se refiere a la postura adoptada por el mediador, quien debe abstenerse de tomar partido en la disputa en función de sus propios criterios personales. 

En lugar de ello, el mediador debe mantener una posición distante del conflicto, reconociendo en todo momento a las partes como verdaderas protagonistas de su resolución.

Este principio de neutralidad permite que las partes se sientan con el control del conflicto en el  espacio amigable y seguro que garantiza la persona mediadora. Cuando el mediador es neutral, las partes sienten, a diferencia de en los procesos judiciales, que sus propias ideas, razones y expectativas tienen un lugar en la resolución de la contienda. 

Es importante señalar que la neutralidad en la mediación no significa ser indiferente ante el conflicto o las partes involucradas. Más bien, implica mantener una postura separada, sin contaminar por los propios valores y creencias del mediador. En este sentido, el profesional de la mediación actúa como un facilitador neutral, que guía el proceso de mediación, pero no impone a las partes sus propios puntos de vista ni sus decisiones. 

Diferencia entre neutralidad e imparcialidad en mediación

Es fundamental comprender la distinción entre neutralidad e imparcialidad en el proceso de mediación, ya que ambos principios son de extrema relevancia para su buen fin, pero son distintos e independientes. 

La neutralidad en la mediación, como ya hemos señalado, se refiere a la no implicación personal del mediador en el problema, a la manera en que la persona mediadora ve lo que está pasando y la solución que ella le daría según su propio punto de vista. 

Llegado a este punto, no podemos confundir lo que es la escala de valores personal del mediador con su experiencia profesional en mediación. Dejarse llevar por la primera es falta de neutralidad, con el riesgo de pretender imponer sus criterios propios, ajenos a las partes. Aprovecharse de su experiencia en mediación, le permitirá ayudar a las partes a abrir puertas a posibles bloqueos y falta de alternativas. Esta experiencia del mediador puede o no coincidir con sus principios personales particulares, lo importante es que se nutre de la experiencia de otras personas en situaciones similares, con las que ya ha trabajado previamente en mediación y les ha servido de ayuda. 

La neutralidad del mediador le ayudará a explorar con las partes las que puedan ser nuevas alternativas reales para ellas, sin intentar manipular sus decisiones.  

Por otro lado, la imparcialidad en la mediación se refiere a la equidistancia del mediador respecto de las partes en conflicto. Esto supone que no deberá tomar partido por una u otra durante el proceso y deberá garantizar para todas ellas las mismas oportunidades de ser escuchadas y comprendidas, así como el respeto a sus opiniones y sentimientos durante todo el proceso. La imparcialidad protege a las partes de cualquier posible favoritismo del mediador. 

Tanto la neutralidad como la imparcialidad requieren un exigente trabajo de autoconocimiento para el profesional de la mediación. Debe ser muy consciente de sus propios valores y conocer sus reacciones, en caso de que estos no coincidan o colisionen con los valores de las partes. Debe también entrenarse para gestionar emocionalmente con competencia la mayor o menor conexión o afinidad personal con cada una de las partes. Debe, por tanto, estar muy alerta a las transferencias y contratransferencias que se puedan producir durante el proceso, para evitar alianzas inconscientes con cualquiera de ellas. 

Los principios de neutralidad e imparcialidad requieren un importante trabajo y entrenamiento personal del mediador para poder intervenir como tal en cualquier conflicto, así como una seria preparación de cada caso particular de mediación en el que intervenga. 

Importancia de la neutralidad en la mediación

La neutralidad desempeña un papel fundamental en la efectividad y el éxito del proceso de resolución de conflictos por diversas razones.

Promueve un entorno de confianza y seguridad

La neutralidad del mediador crea un ambiente donde todas las partes se sienten seguras y cómodas para expresar sus propias preocupaciones, intereses y necesidades, sin temor a ser juzgadas o criticadas. Esto fomenta la apertura y la transparencia en la comunicación, lo que es esencial para identificar las causas subyacentes del conflicto y encontrar soluciones efectivas.

Facilita la equidad

Al no casarse con lo que sería para él la adecuada resolución del conflicto, el mediador garantiza que el proceso de mediación sea una solución a medida de las partes involucradas. Equitativo y justo para ellas, no para sí mismo. 

Permite la generación y exploración de nuevas perspectivas de las partes

La neutralidad del mediador facilita la aparición y exploración de alternativas que las partes no habían considerado previamente, pero con las que se identifican y se sienten cómodas. 

Las alternativas de solución de las partes antes de la mediación se caracterizan por ser individuales, esto es, solo son solución para cada una de ellas. El trabajo del mediador es que las partes logren generar nuevas posibilidades de solución y, además, que lo sean de solución conjunta, esto es, para todas ellas.

Fomenta la colaboración y el compromiso

La neutralidad en la mediación promueve la colaboración y el compromiso entre las partes, ya que todas se sienten escuchadas, respetadas y tratadas de manera justa, teniendo las mismas oportunidades de participar activamente en la búsqueda de soluciones compartidas. Esta colaboración aumenta la probabilidad de que las partes estén dispuestas a comprometerse en el proceso de resolución y encuentren soluciones constructivas.

Contribuye a la preservación de la relación de mediación y la relación entre las partes

Al mantener una postura neutral, el mediador ayuda a preservar la relación de mediación con cada una de las partes, sin la que el proceso no tendrá ninguna posibilidad de desarrollarse adecuadamente y, mucho menos, de llegar a buen fin. 

La resolución amigable del conflicto permitirá también a las partes proteger su relación, incluso después de que se haya terminado el proceso y resuelto el problema. Esta ventaja de la mediación es especialmente importante cuando las partes deben o necesitan continuar su relación en el futuro. 

La neutralidad en la mediación ayuda a evitar que el proceso de resolución del conflicto cause un daño irreparable a las relaciones entre las partes.

Beneficios del principio de neutralidad en la mediación

El principio de neutralidad en la mediación conlleva una serie de beneficios significativos, que contribuyen a un proceso de resolución de conflictos justo, equitativo y efectivo.

Fomento del diálogo constructivo

La neutralidad del mediador crea un entorno propicio para el diálogo constructivo entre las partes. Al abstenerse de tomar partido y mantener una postura neutral, el mediador facilita un intercambio de ideas abierto, sincero y respetuoso, en el que las partes se sienten seguras para expresar sus preocupaciones y necesidades.

Esto promueve una comunicación honesta y efectiva, que ayuda a identificar las causas e intereses subyacentes del conflicto, permitiendo encontrar soluciones mutuamente satisfactorias.

Mejora de la calidad de los acuerdos alcanzados

La neutralidad en la mediación contribuye a mejorar la calidad de los acuerdos alcanzados entre las partes. Al tratarse de un proceso neutral, que no impone una resolución, las partes conservan el control de las decisiones y la posibilidad de adecuarlas absolutamente a su realidad. 

Esta ductilidad de los acuerdos de mediación aumenta la probabilidad de que sean duraderos y efectivos, pues las partes los han trabajado ellas mismas, para dar una auténtica solución a su problema. 

Empoderamiento de las partes

La neutralidad del mediador empodera a las partes, al permitirles ser ellas las verdaderas protagonistas de la resolución de su conflicto. La solución no es del mediador, sino de ellas. 

Al no tomar partido ni influir en las decisiones tomadas por las partes, el mediador fomenta la autonomía y la autorreflexión, permitiendo que las partes encuentren soluciones que se alineen con sus valores y su realidad. 

Esto aumenta la satisfacción de las partes con el proceso de mediación y promueve un sentimiento de control y empoderamiento sobre el resultado final.

Reducción de la escalada del conflicto

Finalmente, la neutralidad en la mediación contribuye a reducir la escalada del conflicto y promover una resolución pacífica y constructiva de las disputas. Al mantener el mediador una postura neutral e imparcial, favorece que las partes rebajen su animadversión en el intento de convencer al mediador y de que le dé la razón. Estos dos principios hacen que la mediación disminuya la hostilidad y el resentimiento entre las partes, creando espacio propicio para la colaboración y el compromiso.

Cómo asegurar la neutralidad en un proceso de mediación

Mantener su neutralidad a lo largo de todo el proceso de mediación es crucial para su desarrollo y buen fin. Veamos algunos consejos para conseguirlo.

Conciencia y autocorrección

El primer paso para asegurar la neutralidad es que el mediador sea consciente de sus propios sesgos, prejuicios o preferencias personales, que podrían influirle en el abordaje de la disputa. 

Es fundamental que el mediador esté dispuesto a reconocer cualquier sesgo personal que surja durante el proceso, para evitar que le influya o condicione y, caso de no conseguirlo, abstenerse de continuar el proceso.

Escuchar activamente a todas las partes

Para que el mediador pueda ser neutral, debe antes escuchar activamente a todas las partes involucradas en el conflicto, conocer sus preocupaciones, intereses, experiencia y expectativas. Solo así podrá llegar a conocer su escala axiológica y confirmar después que puede mantenerse neutral, aunque no coincida con la suya propia. 

No emitir juicios ni opiniones personales

El mediador debe abstenerse de emitir juicios o expresar opiniones personales sobre el conflicto y también sobre las partes involucradas. En lugar de ello, el mediador debe centrarse en facilitar la comunicación, el intercambio de información entre las partes y el respeto a sus diferentes visiones. Será a partir de la legitimación de cada una de estas perspectivas individuales, como la mediación promoverá soluciones compartidas. 

Honestidad profesional

La deontología de la mediación exige al mediador evaluar honesta y continuamente su neutralidad, para, caso de que detectara o sospechara alguna quiebra de este principio, proceder de inmediato bien a buscar apoyo o supervisión externa, bien a abstenerse de continuar el proceso. 

Para la autoevaluación de su neutralidad, es imprescindible que, aparte del trabajo personal que debe hacer consigo mismo, se mantenga muy alerta a posibles comentarios o quejas de las partes respecto de su intervención o respecto del procedimiento en sí, pues la percepción de las partes sobre estos extremos es un indicio muy significativo de una posible falta de neutralidad del mediador. 

Como empresa especializada en mediación de conflictos, reafirmamos nuestro compromiso con la neutralidad como principio fundamental de la mediación y de su deontología, por ello en nuestras intervenciones y formaciones tiene un papel principal.

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