El día 1 de julio tuve la oportunidad de presentar la herramienta de “La Próxima Puerta” en el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Lo hice en el marco del “Curso de especialista en mediación civil y mercantil”, que dirige con éxito la abogada y mediadora Amparo Quintana.
Ha sido un placer para mí participar en este curso de enfoque eminentemente práctico, desarrollando la mediación intercultural en los negocios internacionales.
La limitación de la asistencia a un reducido número de alumnos con formación previa en mediación y la participación y competencia destacadas de los asistentes nos permitió disfrutar participativa y activamente de un ámbito novedoso y poco trabajado por la mediación. No en vano fue la última sesión del curso de especialización, por lo que pudimos aplicar a la gestión de los conflictos interculturales la experiencia rodada y acumulada a lo largo de sus distintos módulos. En ellos ya se habían trabajado conflictos concretos en ámbitos sectoriales de la mediación civil y mercantil como el hipotecario, los arrendamientos, la responsabilidad civil, las sucesiones, la propiedad industrial, los conflictos entre socios, los concursos de acreedores y las empresas familiares.
Me gustó mucho conocer la nueva sede del Centro de Resolución de Conflictos del Colegio de Abogados de Madrid (MediaICAM), tanto su equipo profesional y solícito como sus nuevas y cómodas instalaciones, que desde el pasado 25 de marzo se ubican en el número 377 de la Calle Bravo Murillo. Esta no ha sido la única novedad de la última edición del curso de especialista en mediación, también lo ha sido el tema para el que fui invitada, la mediación en los conflictos interculturales.
Fue grato comprobar una vez más la importancia que los asistentes confirieron a la competencia intercultural del mediador, una vez que tomaron conciencia de hasta qué punto la cultura (entendida como conjunto de significados que comparte un determinado grupo de personas) modeliza la interpretación de los mensajes y contextualiza la comunicación.
Enfoqué la sesión a identificar, a partir de conflictos concretos, las conocidas como “dimensiones culturales”, esto es, los posicionamientos de las diferentes culturas respecto a la relación del individuo consigo mismo, con los demás y con el entorno, así como respecto a los elementos de la comunicación interpersonal. Estas dimensiones sirven para conocer y diferenciar las distintas culturas, así como para determinar la distancia cultural entre unas y otras. Tres objetivos imprescindibles para el análisis y resolución de los conflictos interculturales.
La especialización para prevenir, gestionar y resolver los conflictos en el ámbito internacional pasa por la competencia intercultural, la cual impregna y enriquece la metodología y las técnicas habituales de la mediación con las particularidades y diferencias culturales en conflicto, cualesquiera que sean los grupos humanos a los que se refieran estas culturas (comunidades, empresas, países, etnias, religiones,…)
Una vez identificado y caracterizado este tipo de conflicto, presenté y apliqué la que entiendo es la mejor herramienta para prevenirlos y gestionarlos, “La Próxima Puerta”, una metodología para resolver conflictos abriendo puertas, generando nuevas oportunidades. ¿Cómo? determinando el P-IN de las partes, lo que haremos identificando sus respectivas posiciones, intereses y necesidades. Una vez identificados, desechamos las posiciones y nos centraremos en sus intereses y necesidades. A partir de ahí, decidiremos la hoja de ruta para transitar por el territorio del conflicto y, en función de la misma, seleccionaremos y aplicaremos las estrategias y técnicas más adecuadas para que la ruta elegida nos conduzca a la salida con más y mayores oportunidades.
Los conflictos interculturales son mucho más comunes de lo que pudiéramos pensar. No solo tienen lugar en el contexto internacional. Cada grupo humano determina de manera consciente e inconsciente sus propias normas de comportamiento, valores y creencias. La interacción entre personas de distintos grupos pondrá fácilmente de manifiesto las diferencias entre ellas. Las empresas, por ejemplo, desarrollan culturas corporativas muy distintas. Estas diferentes culturas se evidencian en sus políticas de contratación de personal, inversión, expansión,… En procesos de fusión, escisión y compra-venta estas diferencias culturales suelen entrar en fuerte colisión y generar muchos y graves conflictos.
Los conflictos interculturales dañan la autoestima de las personas implicadas, deterioran las relaciones de equipo y sus efectos se extienden fácil y rápidamente, generando nuevos conflictos o agravándose, lo que genera cuantiosas pérdidas económicas en el mundo empresarial. De hecho, la mejor alternativa al acuerdo negociado en este tipo de conflictos no es tanto la vía judicial, cómo evitar la pérdida de negocio y su coste en la cuenta de resultados.
Pero, a pesar de su toxicidad y evidentes consecuencias económicas perjudiciales, los conflictos interculturales no son fácilmente reconocibles e identificables. Por ello, su tratamiento requiere especialización y método, lo que garantiza la herramienta de “La Próxima Puerta”. Con esta metodología ya hemos conseguido excelentes resultados en las empresas y organizaciones internacionales en las interculturales en el ámbito del comercio exterior: ue la hemos aplicado, como son, entre otras, Médicos del Mundo, Ikea o la Universidad de Granada.
Me gustaría concluir este blog de agosto con unas palabras del autor al que he consagrado las plácidas lecturas de este verano y que, sin pretenderlo, no pueden resumir mejor la competencia para mediar en conflictos «el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos» (Marcel Proust).