Las discusiones forman parte de la vida cotidiana, ya sea en el ámbito familiar, profesional o social. Sin embargo, en muchas ocasiones, lo que comienza como una conversación puede transformarse en una discusión acalorada, donde los ánimos se desbordan y la ira toma el control. Saber cómo controlar la ira en una discusión es esencial para resolver el conflicto de manera constructiva y evitar que la situación se complique aún más.
En este artículo vamos a compartir algunos consejos y técnicas prácticas para lograrlo. Además, vamos a relacionarlo con la mediación de conflictos, para que veas cómo podemos ayudarte a manejar estas situaciones.
¿Por qué es tan difícil controlar la ira en una discusión?
Antes de empezar con los consejos prácticos, es importante entender por qué nos cuesta tanto controlar la ira cuando estamos discutiendo. Es normal que nuestras emociones se activen rápidamente, especialmente cuando sentimos que estamos siendo atacados o que la otra persona no nos comprende. La ira es una reacción emocional natural, pero si no la gestionamos adecuadamente, puede nublar nuestro juicio y empeorar las cosas.
Cuando discutimos, es fácil enfadarse y dejar de ver más allá de nuestra propia perspectiva. Las emociones, especialmente la frustración y el enfado, cortocircuitan nuestra capacidad de escuchar y entender al otro. En una discusión la comunicación suele volverse reactiva, lo que aumenta la tensión y hace que sea más difícil mantener la calma.
Estrategias efectivas para mantener la calma
Saber cómo controlar la ira en una discusión y poder hacerlo es clave para evitar que esa discusión escale, a veces incluso, hasta la violencia. El enojo desactiva nuestra capacidad de pensar racionalmente y con frecuencia decimos cosas de las que luego nos arrepentimos. Pero existen estrategias eficaces para manejar nuestras emociones y mantener la calma.
Entre las técnicas más efectivas se incluyen la respiración profunda, escuchar activamente antes de responder y detener cualquier respuesta reactiva. También es fundamental utilizar un lenguaje no violento y mantener un lenguaje corporal relajado, ya que todo esto contribuye a reducir la tensión.
Lo más importante para conseguir hacer todo esto es reflexionar sobre lo que realmente importa en la discusión, en lugar de centrarse en «ganarla» a toda costa.
Ahora que sabes qué hacer, puedes lograrlo con entrenamiento y perseverancia y así conseguir mantener tu ira bajo control, mejorar la calidad de tus interacciones y resolver conflictos de manera pacífica.
Respira profundamente
Cuando estamos discutiendo nuestra respiración se vuelve rápida y superficial, lo que aumenta la sensación de ansiedad y enojo. Por eso, una de las mejores maneras de controlar la ira en una discusión es hacer una pausa para respirar profundamente. Tómate un momento para cerrar los ojos, inhalar profundamente por la nariz y exhalar lentamente por la boca.
Este simple acto ayudará a disminuir el ritmo de tu corazón y a relajar tu cuerpo, lo que a su vez reducirá la intensidad de tus emociones. Aunque puede parecer un consejo banal, la respiración profunda es una herramienta muy poderosa para evitar que el enfado se apodere de ti.
Escucha activamente antes de responder
En una fuerte discusión uno de los errores más comunes es no escuchar a la otra persona. Nos centramos tanto en defender nuestra postura, que no prestamos atención a lo que realmente nos están diciendo. Esta desconexión retroalimenta nuestra exaltación.
La escucha activa no implica simplemente oír las palabras del otro, sino también comprender sus sentimientos, necesidades y puntos de vista. Si te tomas el tiempo para escuchar y comprender desde dónde está interactuando la otra persona, qué emoción le está embargando y por qué puede ser, estarás en una mejor posición para responder de manera calmada y razonada.
Haz una pausa si es necesario
Muchas veces lo mejor es dar un paso atrás y tomarse un tiempo antes de continuar discutiendo. Si sientes que tus emociones están tomando el control y estás a punto de perder los nervios, no dudes en hacer un receso. Este pequeño gesto puede ser fundamental para evitar que la situación se convierta en un enfrentamiento abierto.
Cuando te tomes un tiempo, asegúrate de explicar que no es un rechazo al otro, sino una forma de calmarte y evitar decir algo de lo que te puedas arrepentir. Esta pausa no tiene que ser demasiado larga. Pueden bastar unos minutos, pero te dará la oportunidad de calmarte y pensar con claridad antes de seguir conversando.
Utiliza el lenguaje no violento
Cuando estamos enfadados, solemos recurrir a la confrontación mediante un lenguaje agresivo. Para no alterarse en una discusión, es esencial elegir nuestras palabras con cuidado y ser impecables en nuestra comunicación. En lugar de atacar a la otra persona, prueba utilizar frases centradas en cómo te sientes tú.
Por ejemplo, en lugar de decir “ es que siempre haces igual, ¿cómo no me voy a enfadar?” Puedes optar por «me siento frustrado cuando tú haces esto o aquello». De esta manera estarás compartiendo tus emociones sin culpar al otro, lo que ayuda a evitar que la otra persona se ponga a la defensiva.
Controla tu lenguaje corporal
Las palabras no son lo único que comunican nuestras emociones; el lenguaje corporal también juega un papel crucial en la forma en que percibimos y somos percibidos en una discusión. Si adoptas una postura cerrada o agresiva, como cruzar los brazos o señalar con el dedo a tu oponente, debes tomar conciencia de que corporalmente estás echando leña al fuego.
Por ello, a la hora de controlar la ira en una discusión, es importante que mantengas una postura abierta y relajada. Mira a la otra persona a los ojos, no levantes la voz y evita gestos amenazantes. Este lenguaje corporal contribuirá a mantener el ambiente más tranquilo y facilitará la comunicación.
Reflexiona sobre lo que realmente importa
En una discusión a menudo nos dejamos llevar por el momento y olvidamos lo que realmente importa. Párate. Piensa qué es lo que está en juego y no lo pierdas de vista. ¿Qué prefieres: llevar razón y salirte con la tuya o conseguir lo que realmente quieres y resolver la situación?
Tomarse un tiempo para imaginar todas las consecuencias negativas que ocurrirán si la discusión sigue por esos derroteros es también una estrategia que puede ayudarte a recuperar la calma y el camino para resolver el conflicto.
¿Qué puedo hacer si siento que la discusión está fuera de control?
Cuando veas que una discusión se está descontrolando, es fundamental actuar para que la situación no empeore. Por tu parte, como ya hemos comentado, lo primero que debes hacer es parar. Detener la conversación unos minutos y reflexionar sobre qué es lo que quieres que pase y que no pase.
Si percibes que la otra persona también está alterada, y aunque te cueste, muéstrale empatía y, si es necesario, dale espacio para calmarse. Una discusión acalorada rara vez conduce a una solución, por lo que tomarse ambos un tiempo para pensar antes de continuar, facilitará la mutua comprensión y un enfoque más racional y práctico.
Cómo mantener la calma cuando la otra persona está perdiendo los nervios
En una discusión puede ocurrir que una de las personas se altere más que la otra. Si ves que la otra parte empieza a perder los nervios, mantén la calma. Evita contagiarte de su enfado y no sigas su mismo camino. Esto es difícil, pero no imposible y, además, es muy necesario. Pero recuerda que para poder, antes es querer.
Si la otra persona está levantando la voz o mostrando signos de enojo, es fácil dejarse llevar por las mismas reacciones, pero eso solo aumentará la tensión. En lugar de responder con hostilidad, trata de mantener un tono de voz suave y controlado.
Utiliza frases calmadas y busca que tu lenguaje corporal también refleje calma, como evitar cruzar los brazos o hacer gestos agresivos. A veces, lo más efectivo es escuchar sin interrumpir, mostrando que comprendes las emociones de la otra persona sin añadir más combustible al fuego.
Recuerda que, aunque la otra persona esté alterada, tú puedes ser el cortafuegos. Al mantener la serenidad, no solo contribuyes a reducir la tensión, sino que también permites ver al otro que se pueden afrontar los conflictos de manera respetuosa y racional, lo que puede llevar a una resolución más pacífica.
En resumen, saber cómo controlar la ira en una discusión es fundamental para evitar que los conflictos se conviertan en situaciones destructivas. Con las herramientas adecuadas, como la respiración profunda, la escucha activa y el uso de un lenguaje respetuoso, podemos mantener la calma nosotros y ayudar a los otros a que igualmente la recuperen, para, de este modo, resolver los desacuerdos de manera constructiva.
Si sientes que tus habilidades de resolución de conflictos necesitan mejorar o que las discusiones están afectando negativamente tus relaciones, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. En Personas y Soluciones podemos, a través de la gestión positiva de conflictos y de la mediación, ayudarte a manejar estas situaciones y a encontrar soluciones pacíficas que os beneficien a todas las partes involucradas.