El valor de la comunicación transcultural en el éxito de las relaciones comerciales internacionales es incuestionable y está directamente relacionada con la eficiencia, la creatividad y la identificación de los proyectos.
Numerosos estudios internacionales evidencian que los sentimientos de angustia, frustración y hostilidad, asociados al denominado “choque cultural”, perjudican la autoestima e incluso la salud física de quienes lo experimentan, mermando su productividad individual pero también la del conjunto de las empresas, por menoscabar profundamente las relaciones colaborativas que son necesarias para el eficaz y eficiente funcionamiento empresarial.
Asumiendo la premisa, hoy incuestionada, de que el capital humano es el principal activo de toda empresa o proyecto, la conclusión sobre el impacto económico del factor cultural en las relaciones comerciales internacionales resulta inapelable. Sin embargo, en el mundo de objetivos, dificultades técnicas y balances de las empresas, nociones como las de cultura y sus aplicaciones prácticas son difusas, inaprensibles y sin conexión aparente con las cuentas de resultados.
La cultura impregna los elementos básicos de todo intercambio comunicativo y supone un factor de riesgo añadido cuando en él intervienen personas de culturas diferentes.
Entendemos por conflictos interculturales de comunicación aquellos que surgen por razón de la comunicación y que tienen su origen en las distintas culturas de los interlocutores. La cooperación internacional, las negociaciones internacionales y la diaria actividad económica y social de las empresas y organizaciones que presentan diversidad cultural en uno o varios países son algunos de los ámbitos en los que pueden aparecer estos conflictos.
Análisis, gestión y resolución de conflictos interculturales de comunicación
Estos conflictos se caracterizan porque, al tener su origen en las distintas culturas, son inconscientes, de naturaleza involuntaria. Este carácter implícito hace que sean tan difíciles de reconocer y, por tanto, de abordarse por las partes.
Por ello, el principal objetivo de los expertos en estos conflictos será visibilizarlos, para que las partes puedan tomar conciencia de cómo el factor cultural está mediatizando y distorsionando su comunicación y, a partir de ahí, facilitar una comunicación efectiva entre ellas. En este campo, la alternativa a una resolución eficaz del conflicto no es tanto la arena judicial, como el fracaso del negocio, con los subsiguientes costes económicos (pérdida de inversiones y expectativas de relaciones comerciales) y personales (elevados niveles de frustración personal y corporativa).
El proceso y las técnicas para lograr una gestión eficaz serán, como para los demás tipos de conflicto, las que faciliten una recíproca aproximación y entendimiento de las partes, poniendo el foco en los intereses comunes y en los aspectos que les unen, pero será necesario además una preparación específica para filtrar los significados culturales propios, conectar las técnicas empleadas con las culturas intervinientes y extremar profunda y constantemente la verificación de hipótesis a lo largo del proceso.
El experto en comunicación transcultural pone especial énfasis en la prevención de estos conflictos por su elevada toxicidad (escalan y contaminan muy rápidamente), pero su actuación es también fundamental cuando ya han surgido, para su detección precoz y con la finalidad de evitar que se conviertan en crónicos. Incluso, una vez resueltos, acompañando y consolidando la gestión positiva de las diferencias culturales.
Según el momento y el motivo que justifiquen su intervención, su función será la información, el asesoramiento para determinar el diagnóstico y mejor tratamiento, el acompañamiento y entrenamiento personal para introducir cambios positivos en la interacción, la mediación (de manera formal, informal o a través de las traducciones e interpretaciones del idioma) y, siempre, la formación, para el continuo enriquecimiento de la conciencia y comunicación intercultural.
El perfil de estos expertos en comunicación transcultural requiere, además de especialización en análisis, gestión y resolución de conflictos, específicas competencias y habilidades transculturales.
“La competencia intercultural es la habilidad para negociar los significados culturales y actuar comunicativamente de una forma eficaz de acuerdo a las múltiples identidades de los participantes ”. (Chen- Starosta, 1996).
Son habilidades específicas para la comunicación transcultural estar en posesión de un nivel competente de lenguas nativas, la curiosidad y apertura hacia otras culturas, ser capaz de relativizar la cultura propia y tener capacidad de tolerancia a la ambigüedad y a la incertidumbre.
En un mundo globalizado como el nuestro, pretender abordar con éxito los negocios internacionales únicamente desde los aspectos de fondo, técnicos, económico-financieros y jurisdiccionales, sin tener en cuenta el riesgo cultural es una falacia negligente y antieconómica. El papel de los expertos en comunicación transcultural es fundamental para prevenir el riesgo cultural, dotando a las empresas y organizaciones que funcionan en el ámbito internacional de la necesaria competencia intercultural.
(“La comunicación transcultural en los negocios internacionales”. Publicado en: Anuario de Mediación y solución de conflictos 2015, nº 3. Editorial Reus. Madrid.)